shutterstock_2060930906.jpg
shutterstock_2048738798.jpg

Antes de 1936

Suele decirse que la literatura caboverdiana nació en 1936, pero como recuerda la lista de "patronos" elaborada por la Academia Cabo-verdiana de Letras, fundada en 2013, hubo escritores que marcaron su época mucho antes de principios del siglo XX. El primer puesto lo ocupa André Ivares de Almada, nacido en 1555 de madre africana y padre portugués. Explorador, trajo tratados de geografía de sus viajes por el interior -más concretamente en Guinea y Sierra Leona-, por los que fue nombrado Caballero de la Orden de Cristo. La aventura también guió los pasos de António Pusich (1760-1838), noble croata que, tras una estancia en Portugal, donde encontró esposa, se instaló en Cabo Verde, de donde llegó a ser Gobernador en 1818. Una de sus hijas, Antónia Gertrudes -nacida en la isla de São Nicolau en 1805- escribió una aclamada biografía suya, verdadera epopeya de los juegos de poder en la corte de la época. Pero el talento literario de la joven no se detuvo ahí, ya que a su vez se trasladó a la metrópoli y se convirtió en la primera editora de revistas de Portugal, además de publicar poemas románticos(Olinda ou a Abbadia de Cumnor-Place) y obras dramáticas(Constança ou o amor maternal).

En 1856 publicó O Escravo, considerada la primera novela caboverdiana. Por sorprendente que pueda parecer, su autor no tenía más vínculo con el archipiélago que el de haber pasado allí algunos años, y sin embargo José Evaristo d'Almeida muestra una precisión y una sutileza infalibles al retratar los demonios de la esclavitud y los excesos del colonialismo. Sus dos protagonistas principales, un negro y un mestizo, se convierten también en símbolos de una cultura criolla emergente. Aunque el portugués es la lengua oficial, y lo sigue siendo hoy, la mayoría de la población procede de África y ha desarrollado su propio dialecto, el criollo, que a su vez se divide en "variantes" según la isla donde se hable. No obstante, los hablantes se entienden.

Eugénio de Paula Tavares, el poeta más famoso e influyente de Cabo Verde, utilizó el criollo de Brava, donde nació en 1867, hasta tal punto que su rostro aparece desde hace tiempo en billetes y sellos, y la casa donde nació -Vila Nova Sintra- se ha convertido en museo. Sin embargo, nació en el seno de una familia modesta, y se dice que su padre murió de hambre. Huérfano, fue adoptado por un médico, pero la enseñanza que recibió de José Rodrigues Aleixo, un filósofo solitario del que se sabe poco, fue sin duda más decisiva que la escuela en la que estaba matriculado, a la que no parecía asistir mucho, autodidacta que era. Su poesía se inscribe en la línea de la "morna" -movimiento que a menudo se asocia a la música, gracias a la fama internacional de Cesária Evora (1941-2011)-, nacida de la tradición oral, tal vez en torno al siglo XVIII en la isla de Boa Vista, según algunas fuentes inciertas. En cualquier caso, todo el mundo está de acuerdo en que Tavares añadió un toque romántico, lírico e incluso sensual a los grandes temas ya explorados por estas canciones de suaves acentos melancólicos. El poeta también experimentó el exilio -otro tema recurrente en la morna-, que puso en palabras, en portugués, en el periódico Alvorada, que fundó en 1900 en Estados Unidos. Creyendo que la proclamación de la República Portuguesa, diez años más tarde, le daría una tranquilidad de la que no había disfrutado hasta entonces a causa de las críticas sociales que había expresado en sus artículos, decidió regresar a su país, donde reanudó su trabajo como periodista, sin dejar nunca de escribir poesía, algunas obras de teatro y cuentos, hasta su muerte en 1930.

José Lopes da Silva (1872-1962) y Pedro Cardoso (1890-1942) fueron otros dos poetas que dejaron una profunda huella en la historia literaria de su país. Ambos trabajaron como profesores y también publicaron en periódicos; el primero se convirtió en poeta e incluso ingresó en la Académie française, sobre todo por su traducción del soneto ¡Viva a França! que le valió honores; en cuanto al segundo, fue coleccionista, publicando en 1933 una obra titulada Folclore caboverdeano, y ganó cierta estima por sus mornas, entre las que cabe mencionar al menos Nha Codé. Retrospectivamente, se ha comparado a estos tres autores con la generación "pre-Claridade", ya que en 1936 una revista iba a cambiar el panorama literario de Cabo Verde.

Claridade

Jorge Barbosa (1902-1971) no era del todo desconocido cuando, en 1936, cofundó la revista Claridade (Claridad) con Baltasar Lopes da Silva y Manuel Lopes. En efecto, el año anterior había publicado una antología -Arquipélago- que ya le había convertido en un pionero de la poesía caboverdiana, tanto por su forma como por su contenido. Evoca la esencia misma del alma de su pueblo, traumatizado por el yugo de la esclavitud, pero también ambivalente ante el sentimiento de prisionero que a veces conlleva ser isleño en un entorno natural que puede ser hostil. Irse o quedarse, el eterno leitmotiv. En esta búsqueda de una identidad común, combinada con un fuerte deseo de emancipación literaria y política de Portugal, se basó la famosa revista, que apareció nueve veces entre 1936 y 1960. Este número no es significativo ni por su impacto ni por su apertura, ya que entre sus páginas se desplegó el talento de muchos autores, desde la composición de obras originales hasta la realización de estudios etnográficos de su país, y la publicación pretendía ser cultural en todos los sentidos de la palabra. En la editorial Chandeigne se puede encontrar una buena panorámica de la obra de los miembros fundadores y de sus numerosos invitados -Antonio Aurélio Gonçalvès, Gabriel Mariano, Teixeira de Souza, etc.-. - está disponible en Chandeigne.

Al igual que Jorge Barbosa, galardonado con el Premio Camilo Pessanha en 1955 por Caderno de um Ilhéu (Cuaderno de unisleño), Manuel Lopes y Baltasar Lopes da Silva nunca dejaron de escribir. Manuel Lopes publicó tres grandes obras - Chuva braba (1956), O galo cantou na Baía (1959) y Os flagelados do vento leste (1960) -, mientras que Baltasar Lopes da Silva publicó en 1940 la que todavía se considera la mejor novela de Cabo Verde, Chiquinho. Es difícil negar que la historia del niño que da nombre al libro no es distinta de la del autor, ya que ambos nacieron y vivieron en São Nicolau y Sāo Vicente. Sin embargo, en la tercera parte, impotente ante las sequías que conducen al hambre y diezman a su pueblo, el héroe apuesta finalmente por una vida mejor exiliándose en Estados Unidos, una elección que no tomó Baltasar Lopes da Silva, fallecido en 1989 en su ciudad natal, Caleijão.

Independencia

En menor medida, otras dos revistas influirían en la vida literaria de Cabo Verde -Certeza, creada en 1944 pero prohibida en enero de 1945, y Suplemento Cultural, aparecida en la década de 1960-, pero ambas tendrían una importancia decisiva, ya que serían signo de una creciente protesta contra el dominio colonial y símbolo de un país que proseguía ahora su búsqueda de identidad recurriendo a sus raíces africanas. La percepción de Henrique Texeira de Sousa de este mundo inestable y su presentimiento de la independencia que se avecinaba están plasmados en Ilhéu da Contenda, que terminó en 1974. Esta novela -que se convertiría en el primer volumen de una trilogía que continuaría con Xaguate y Na Ribeira de Deus- no se publicó hasta cuatro años más tarde y fue adaptada al cine en 1996 bajo el título Un Domaine au Cap-Vert, título que recogió Actes Sud en su traducción francesa en 2002. En la isla de Fogo, el lector conoce a una familia de blancos que comparten una herencia, algunos de los cuales se niegan a vender la finca porque aún esperan recuperar el poder que ostentaron sus antepasados, pero los tiempos han cambiado y la nueva generación de mestizos ya no parece decidida a ceder.. También en 1974, Corsino Fortes, nacido en 1933 en un barrio pobre de Mindelo, publicó Pão e fonema, que en 2001 pasó a formar parte de A cabeça calva de Deus, un poema épico en tres partes que narra el largo camino de un pueblo hacia la libertad. Su compromiso fue más allá de la literatura, ya que se afilió clandestinamente al PAIGC (Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde), del que Amílcar Cabral había sido cofundador en 1956. Sólo quedaba escribir la historia..

Desde la independencia en 1975, los escritores del país han ganado en perspectiva, y son tan libres de evocar su propia realidad, a veces con cierta mordacidad, como de abrirse al resto del mundo. Orlanda Amarílis (1924-2014), por ejemplo, fue tan contundente al llamar la atención sobre la condición de la mujer en el archipiélago como al denunciar el racismo que sufren los inmigrantes caboverdianos. Habiendo viajado mucho con su marido, el escritor portugués Manuel Ferreira, sus relatos se tradujeron a muchos idiomas. De hecho, empieza a obtener reconocimiento internacional. Prueba de ello es el Premio Camões -el mayor de la literatura en lengua portuguesa-, que hasta la fecha ha recaído en dos ocasiones en escritores nacidos en Cabo Verde. Fue el caso en 2009 del periodista Arménio Vieira, nacido en Praia en 1941, elogiado por su obra poética, y después, en 2018, de Germano Almeida, cuatro años menor que él. Almeida publica desde los años ochenta(O dia das calças roladas en 1982, O Meu poeta en 1992) y se ha consolidado rápidamente como editor. Su novela más aclamada - O Testamento do Sr. Napumocenoda Silva Araújo( El test amento del Sr.Napumoceno da Silva Araújo, publicado por Sépia, 1995) - sorprendió a los lectores tanto por su crueldad como por su humor, a veces muy crudo. Por último, José Luís Tavares, escritor para jóvenes, ha ganado regularmente premios desde 1999 por su obra en criollo y portugués.