Temperaturas muy agradables

Cabo Verde disfruta de temperaturas moderadas gracias a las corrientes frías del Atlántico, que aportan un tiempo agradable y humedad. En comparación: la temperatura del aire es más fresca que en Senegal y el mar es más cálido. Los niveles de humedad oscilan entre el 40% y el 60%. El océano y los vientos alisios moderan la temperatura. La media anual rara vez supera los 25°C y nunca desciende por debajo de los 20°C. La temperatura del agua varía entre 21°C en febrero y 25°C en septiembre.

Viento en popa

Durante todo el año, la vida de sus habitantes está regida por vientos omnipotentes, alisios, monzones y el temido harmattan. Enclavado en una zona saheliana, entre el paralelo 14 (en Mauritania) y el 17 (en Dakar) en latitudes tropicales secas, Cabo Verde es una prolongación marina del Sáhara y, como éste, está sometido a masas de aire muy secas. Los vientos alisios del Noreste soplan ininterrumpidamente entre diciembre y abril, alcanzando su punto álgido a principios de año, para regocijo de los navegantes. Pero, por desgracia, estos vientos producen tan poca humedad que sólo los picos de 600 m o más pueden beneficiarse de la beneficiosa agua de lluvia. Los picos más altos, en Fogo, Santo Antão y Brava, pueden pasar gran parte del año con la cabeza en las nubes. Además de este viento benévolo, que limita la sensación de calor tropical, existen otros dos factores atmosféricos. El primero es el harmattan, un viento caliente y seco del desierto que sopla de octubre a junio, produciendo bruma seca, un polvo de arena de color ocre que llena el aire y paraliza los vuelos.
El segundo factor es el monzón de verano, procedente del suroeste, que trae las esperadas lluvias entre agosto y octubre, y que a veces provoca chubascos torrenciales. Hacia mediados de agosto aparecen las primeras nubes oscuras, pero hay que esperar hasta septiembre para disfrutar de este frescor liberador. En ocasiones, la mitad de las precipitaciones del año pueden caer en una sola tormenta violenta. Desgraciadamente, Cabo Verde está un poco demasiado al Norte para que la lluvia sea una característica habitual: se encuentra justo por encima de los doldrums (o Doldrums), donde convergen los vientos alisios del Noreste y del Suroeste y la lluvia está garantizada.

Repetidas sequías y lluvias inciertas

El periodo más largo registrado durante el cual Cabo Verde no ha sido regado por el monzón de verano es de 18 años. A partir de 1968, y durante 12 años, se produjo otra sequía interminable. Las cifras pluviométricas cuentan una historia igualmente extraña, a saber, la gran variación de las precipitaciones, distribuidas de forma poco equitativa, entre las vertientes de una misma isla. En Fogo, el promedio de precipitaciones a lo largo de 35 años en la vertiente noreste del Monte Velha es de 1.190 mm, mientras que en la vertiente de sotavento es de 167 mm. La lluvia también puede caer en una isla en un periodo muy corto: hace 20 años, cayeron 3.000 mm de lluvia en un solo mes. Las islas bajas de São Vicente y Santa Luzia reciben mucha menos humedad, lo que las deja casi completamente desoladas y estériles. Por no hablar del fenómeno del calentamiento global, que altera el ritmo normal de las estaciones.