Herencia javanesa

Teniendo en cuenta los 4 millones de habitantes de Bali, la veintena de librerías y bibliotecas que surgen de una simple búsqueda en Internet puede parecer decepcionante. Sin embargo, aunque los libros contemporáneos son escasos o están destinados principalmente a un público interesado en cuestiones religiosas, la isla puede presumir de un rico pasado literario que nos gustaría remontar al siglo VIII gracias a la "stupika" encontrada cerca de Pejeng. Estas figuritas de arcilla, adornadas con textos budistas, se han fechado efectivamente en ese lejano periodo. No mucho más reciente, en Sanur, hay un pilar de piedra, conocido como Prasasti Blanjong, grabado a priori en honor a Sri Kesari. Tres cifras parecen mencionar una fecha que estaría próxima al año 914 de nuestro calendario. Sin embargo, si nos ceñimos a los medios más convencionales, y aunque en Bali éstos suelen ser de hojas de palma (lontar) y no de nuestro papel tradicional, se acostumbra a dividir la literatura en tres fases correspondientes a tres lenguas: javanés antiguo, javanés medio y balinés.

Antes de evocar estos periodos, es necesario recontextualizar recordando los lazos que unían a Bali y a su vecina cercana, Java, pues es precisamente en esta isla donde comienza la historia, una suave mezcla de realidad y ficción. El Nagarakertagama, atribuido al poeta de la corte Mpu Prapanca, que lo escribió en 1365, cuenta cómo Gajah Mada, primer ministro de Hayam Wuruk, el gobernante fundador del reino javanés de Majapahit, conquistó Bali tras derrotar a su rey, descrito como un monstruo con cabeza de cerdo y poderes mágicos. Se dice que esta victoria fue acompañada de un enriquecimiento cultural, ya que los balineses, a través del contacto con los javaneses, conocieron nuevas formas de arte, como el teatro, la danza y la música, así como diferentes tendencias en escultura, arquitectura y pintura. Cuenta la leyenda que cuando Majapahit cedió a la invasión musulmana del reino de Demak en 1527, los artistas y clérigos javaneses encontraron refugio en Bali. De hecho, en la época de esta guerra, el mítico Majapahit ya no existía, pero es cierto que, de un modo u otro, Bali se encontró con el receptor de una cultura que no era originalmente suya, y que la conservó como un guardián del museo. Este legado está plasmado en la literatura javanesa antigua y media, tanto oral como manuscrita, que es difícil de juzgar en cuanto a si es un legado o la obra de los balineses. El hecho de que se hayan encontrado algunos documentos en la isla no confirma ninguna de las dos cosas, pero la cuestión sigue siendo delicada en nuestro tiempo. Este corpus incluye el Nagarakertagama, mencionado anteriormente, que es un largo poema épico a la gloria de Hayam Wuruk, cuyas copias se han dispersado en Bali pero también en Lombok, otra isla del archipiélago de la Sonda, al que se podría asociar el Paranton(Libro de los Reyes), una genealogía de los gobernantes javaneses desde la época de los Singasari, el reino que precedió a los Majapahit. Pero esta colección también incluye "kidung" escrito en javanés medio. Estas chansons de geste pueden ser crónicas bélicas como Kidung Rangga Lawe, que narra la revuelta del príncipe de Tuban contra el rey de Majapahit, o trágicas historias de amor como Kidung Sunda, en la que una propuesta de matrimonio se convierte en una lucha de clanes, o Calon Arang, que lleva el nombre de una bruja que sembró la desolación porque su hija no encontraba pretendiente. Por último, algunos textos del último periodo se refieren más específicamente a la historia de Bali, y pertenecen al registro de las "baladas", crónicas de las que los historiadores aún tratan de separar lo verdadero de lo falso. Los intelectuales suelen clasificar todos estos manuscritos en seis categorías, de las que los manuales -místicos o científicos- representan una proporción importante.

Colonización e independencia

La unión entre Java y Bali llegó a su fin a finales del siglo XVIII, cuando los últimos príncipes de Blambangan, en Java Oriental, se separaron del reino de Mengwi, juraron lealtad a la VOC (Compañía Holandesa de las Indias Orientales) y se convirtieron al Islam. Los recién llegados sí estaban presentes en este escenario del fin del mundo, y la llegada de los británicos a principios del siglo XIX no ayudó a las guerras territoriales. La mitad del siglo apenas fue más serena, con los holandeses imponiéndose en el norte de Bali con una violencia que culminó en una tercera expedición militar a la que el rey de Buleleng y su corte respondieron con un "puputan", un suicidio colectivo.. Sin duda, fueron muchas las razones por las que los holandeses aflojaron su yugo a principios del siglo XX, sobre todo por la preservación de la cultura local, pero el resultado literario fue la creación en 1928 de un museo-biblioteca en el antiguo palacio real de Singaraja, actual Casa de la Cultura, que alberga más de 3.000 manuscritos en varas.

Hay quien dice que los años 30 y 50 fueron una buena época para la aparición de escritores -aunque es probable que exploraran sobre todo la vía nacionalista-, pero sólo dos autores cruzaron realmente las fronteras geográficas y lingüísticas en su fama. El primero es Putu Oka Sukanta, nacido en 1939, que tomó la pluma a los 16 años. Sus aspiraciones se vieron interrumpidas por la condena a prisión que recibió en 1966, en un momento en que su país -independiente desde 1949- experimentaba graves disturbios políticos. ¡Superando la censura al publicar en el extranjero, creó una abundante obra, que los lectores franceses tendrán la oportunidad de leer gracias a Forum Jakarta-Paris, que tradujo Le Voyage du poète en 2010, y a Les Indes savantes, que publicó sus memorias en 2013 bajo el título Dignité! No obstante, estos títulos se pueden encontrar en el mercado de segunda mano, al igual que Telegrama (Picquier, 1992), que sin embargo es una buena puerta de entrada a la obra de Putu Wijaya, un escritor prolífico y polifacético que nació en 1944. Fanático del teatro de toda la vida, ha sido periodista, novelista, director de teatro y cineasta, una pasión que le ha valido una buena reputación y varios premios, tanto en Indonesia como en Europa. Para concluir con una nota optimista, el UWRF (Festival de Escritores y Lectores de Ubud) contó con 25.000 visitantes en 2019, frente a los 300 de la primera edición en 2002, prueba, por si hiciera falta, de que la literatura balinesa es muy esperada.