Le tourisme, indispensable à l'économie du pays © Lukas Uher - Shutterstock.com.jpg

La lucha contra la corrupción en Indonesia

En Bali, la corrupción es estructural y los bajísimos salarios de los funcionarios son sin duda un factor. Por ello, es importante saber que ante un problema, incluso aparentemente irresoluble, muchas personas optan por el sobre. A menudo es inevitable, ya que Indonesia figura regularmente entre los países más corruptos del mundo. El régimen del Nuevo Orden de Suharto fue testigo de una explosión de corrupción y de lo que se ha denominado "capitalismode amiguetes", basado en la malversación de fondos públicos y el nepotismo generalizado. Durante su reinado, Suharto, su familia y sus allegados (el "clan") amasaron fabulosas fortunas apropiándose de la riqueza del país: se calcula que entre 15.000 y 25.000 millones de dólares desaparecieron en manos del clan. De ahí que la cultura política esté muy influenciada por este estado de ánimo. La corrupción también se generalizó tras el movimiento de descentralización iniciado a finales del siglo XX. Antes, sólo la familia de Suharto se llenaba los bolsillos, suspiran algunos: ahora hay que pagar a todos...

Susilo Bambang Yudhoyono, presidente de 2004 a 2014, prometió durante su primera campaña electoral que la lucha contra la corrupción sería el primero de sus retos: a los pocos meses de llegar al poder, comenzó a iniciar detenciones y juicios, como el de un ex gobernador de la provincia de Aceh, considerado uno de los más corruptos. También se ha creado una comisión de erradicación de la corrupción.

El actual Presidente Joko Widodo también ha hecho de la lucha contra la corrupción su principal objetivo. Pero la lucha es difícil, porque la corrupción es habitual, está realmente arraigada en las costumbres. Hasta ahora no ha sido convincente, pero sí puso el tema en primer plano durante su última campaña electoral.

Cuestiones políticas

Desde la independencia de Timor en 2002, las relaciones con Australia se han agriado. Canberra envió tropas a la frontera entre los dos estados de Timor bajo la bandera de la ONU, un gesto visto como un insulto por Indonesia, que desconfía del poder de Australia. Las relaciones se tensaron aún más tras los atentados de Bali. El 12 de octubre de 2002, 202 personas, en su mayoría jóvenes australianos, murieron en un atentado con bomba en una discoteca de Kuta. En octubre de 2005, la mayoría de los indonesios fueron víctimas de las bombas que estallaron simultáneamente en un hotel y en restaurantes de Jimbaran, matando a unas 20 personas. Desde entonces, las cosas se han calmado y los australianos vuelven a Bali con fuerza, aunque las relaciones diplomáticas entre ambos países se deterioraron en 2015. Dos ciudadanos australianos fueron ejecutados por tráfico de drogas en abril de 2015. Hoy, la relación de estos dos países, que son vecinos a pesar de todo, es de las buenas.

El mayor reto de Bali: el turismo, una ganancia financiera durante décadas

En 2001, antes del atentado de Bali, 5,15 millones de turistas visitaron el archipiélago, aportando 5.400 millones de dólares en divisas. Sólo en agosto, Bali recibió una media de un millón de visitantes La crisis golpeó con fuerza en Bali, donde el 90% de la población vivía, directa o indirectamente, de la industria turística: desde camareros de restaurantes a taxistas, pasando por pescadores y agricultores cuyos productos alimentaban principalmente a los grandes hoteles y restaurantes, o artistas que vendían sus obras a los turistas... Pero las consecuencias del atentado de 2002 demostraron (¡y a qué precio!) los peligros de una economía basada únicamente en un sector tan versátil como el turismo. Durante un año, las calles de Kuta estuvieron vacías y el número de desempleados se multiplicó, creando tensiones entre los balineses y algunos javaneses que habían llegado a Bali para encontrar trabajo en la industria turística. Ahora, tras el segundo atentado de 2005, Bali está diversificando sus fuentes de ingresos, por ejemplo animando a las empresas de servicios a instalarse aquí. ¿Qué puede ser más atractivo para un ejecutivo que trasladarse a Bali, donde, al fin y al cabo, está a sólo una hora y media de vuelo de la capital, Yakarta? Pero el turismo sigue siendo el corazón de la economía balinesa. El número de visitantes sigue aumentando y cada año se supera el récord. En 2019, casi 6 millones de turistas extranjeros y 10 millones de indonesios visitaron Bali.

Una vuelta al norte para algunos balineses

La pandemia de Covid-19 provocó despidos masivos, reducción de salarios y de horas de trabajo, especialmente entre los trabajadores del sector turístico. De hecho, los balineses del norte rural de la isla, que se habían trasladado al sur para trabajar en la industria del turismo, que representaba el 50% de la economía de la isla en aquella época, se vieron obligados a regresar a sus pueblos para mantenerse. Por lo tanto, volvieron al trabajo agrícola, que era menos rentable, como la recogida de fruta o la pesca. Cabe señalar que una cuarta parte de los ingresos procedentes del transporte y la alimentación está vinculada a la actividad turística. En otras palabras, con el descenso del turismo, hay menos necesidad de recurrir a los proveedores de servicios para abastecer a los hoteles y transportar diversos pedidos. Sin embargo, este éxodo rural ha resultado beneficioso para la región del norte, que carecía de mano de obra. Con el regreso de los turistas cuando se reabran las fronteras, no cabe duda de que estos balineses volverán al sur.

Ante este desequilibrio económico provocado por el colapso de un sector que proporciona los principales recursos (el sector textil sigue siendo el principal en Indonesia), el 13 de junio de 2021 el presidente indonesio aprobó diez propuestas solicitadas por el gobernador de Bali para reactivar la economía de la isla. Entre ellas se encuentran la celebración de eventos de mayor envergadura en Bali, un programa de formación de nuevas habilidades para la población local y programas de préstamos blandos para el sector turístico. Continuará.