Représentation d'un troubadour, à la fois poète et musicien. © shutterstock.com - Marzolino.jpg
Le cimetière marin de Sète qui a inspiré le poème éponyme de Paul Valéry, originaire de Sète et enterré là. © shutterstock.com - ldgfr photos.jpg

El legado de los trovadores

Activos en la Edad Media, entre 1000 y 1350, los trovadores eran poetas occitanos que desarrollaron el arte del canto cortesano. Al mismo tiempo compositores, poetas y músicos, interpretaban o hacían interpretar sus obras poéticas a malabaristas o juglares. Escritas en una langue d'oc común -a la que llamaban "provenzal", "limosín" o "lengua romance"-, sus obras tenían dos temas principales: el amor y la actualidad/debate. La primera categoría era la más prestigiosa, ya que estaba directamente vinculada al "fin'amor" (amor cortés). La actualidad se trataba sobre todo en "sirventès", canciones de protesta breves y directas, que permitían hablar de política, atacar a un enemigo o lamentar una desaparición.
Tras un apogeo en el siglo XIII, la desaparición de este arte comenzó ya en el siglo XIV. Su declive comenzó con la llegada de la censura de ciertos temas, especialmente el amor infiel, debido a la hipocresía religiosa. Esta decadencia también se vio favorecida por las Cruzadas, que entonces minaron la estabilidad social favorable a la creación: empobrecimiento de las cortes, desaparición de mecenas, etc.
Aunque apenas hay rastro de los textos de los siglos X y XI, se conservan obras de la Edad de Oro de los trovadores (siglos XII y XIII). En total, 400 trovadores han llegado hasta nosotros, y con ellos unos 2.500 textos. Entre los más conocidos están Perdigon, Gavaudan le Vieux, Azalaïs de Porcairagues ("trobairitz", término utilizado para designar a una mujer trovadora), Bernart Alanhan de Narbona, Bernart Sicart de Maruèjols, Guilhem de Balaun y el biterrois Matfre Ermengau.

Literatura en lengua occitana y catalana

A pesar de la anexión a Francia, una literatura de lengua occitana y catalana va a persistir hasta nuestros días y a impregnar la cultura con el hierro rojo. Durante los siglos XVII y XVIII, autores como Jean Roig y Josep Jaume en el Rosellón, Jean-Baptiste Favre y Antoine Fabre d'Olivet en el Languedoc, mantuvieron una tradición poética y teatral en la lengua regional.
A finales del siglo XIX apareció un nuevo impulso, tras los pasos de Mistral y la defensa del provenzal. Desde entonces, muchos escritores han optado por utilizar el occitano en sus escritos. Pensamos en particular en Louis Roumieux en Nîmes
(1829-1894) y en Prosper Estieu en Carcassonne (1860-1939). Más recientemente, la lengua ha conocido entre sus embajadores a Henri Chabrol, André Chamson, René Méjean, René Nelli, Léon Cordes, Robert Laffont, Max Rouquette...
El catalán también ha experimentado un importante renacimiento. Esto fue impulsado por personas como Pere Talrich (1810-1889) y Justi Pepratx (1822-1901). Luego fue el turno de autores como Joan Amade (1878-1949), uno de los fundadores de la Sociedad de Estudios Catalanes, y Josep Sebastia Pons (1886-1962). Una tercera generación de mecenas veló por su conservación, con artistas como Enric Guiter (1909-1994), Joan Mas i Bauzà (1928-1992) y Jordi Pere Cerda (1920-2011).

Literaturas en lengua francesa

Los autores de Languedoc-Rosellón han contribuido en gran medida a la influencia de la literatura francesa. La mayoría optó por escribir en francés a partir del siglo XVII. Una transición que estuvo llena de éxitos. En 1639, sólo cuatro años después de la creación de la Academia Francesa, cuya vocación es promover la difusión de la lengua, Jacques Esprit, de Béziers, entró en la institución, seguido por otro nativo de Béziers, Paul Pellisson, historiador de Luis XIV, en 1653.
El siglo XIX estuvo más marcado por el movimiento y la fama de los autores del Languedoc fuera de las fronteras de la región. En esta época, el dramaturgo Étienne Arago, nacido en Perpiñán y hermano del científico François Arago, goza de una excelente reputación en París, al igual que el novelista de Nîmes Alphonse Daudet y los filósofos de Montpellier Auguste Comte y Charles Renouvie. El final del siglo y la primera mitad del siglo XX estuvieron marcados por las obras clásicas de Paul Vigné d'Octon y Ferdinand Fabre; en sus páginas celebran los matorrales del Languedoc. En el país catalán, artistas como Ludovic Massé, Arthur Conte y Hélène Legrais pusieron sus plumas a trabajar.
A lo largo del siglo XX, hubo una atracción por los nuevos modos de expresión, sobre todo en el setois Paul Valéry, que lideró este campo. Jean Paulhan, nacido en Nîmes, influyó en la vida literaria del país como director de la Nouvelle Revue Française. Siempre en el Gard, André Chamson y Jean-Pierre Chabrol fueron los heraldos de las Cevenas, describiendo sobre todo la grandeza de sus habitantes, ya fueran humildes campesinos, rebeldes o contestatarios. Y, por supuesto, no hay que olvidar a Claude Simon (Premio Nobel de Literatura), fallecido en 2005, uno de los mayores escritores franceses del siglo XX y figura emblemática de la nueva novela.
La poesía también ha tenido sus dignos representantes. Estamos obligados a mencionar al rey de la palabra y del verbo Georges Brassens, poeta, compositor, cantante y músico nacido en Sète en 1921 y fallecido en 1981. Sus textos poéticos vanguardistas, a veces también canciones de protesta con un significado político oculto, le valieron cierta censura en la posguerra. Cuarenta años después de haber "roto su pipa", cuando la "camarde" ya no le persigue con un celo insensato "por haber sembrado flores en los agujeros de su nariz", la bouffarde y la guitarra de este gran autor siguen brillando en Sète, que vive todo el año en su universo: Georges Brassens en el Hérault y en Sète no es sólo un artista, es un himno nacional que flota en la atmósfera. Mencionemos también a Francis Ponge, poeta del existencialismo y precursor de la nueva novela, y a Joe Bousquet, animador con la revista Chantiers de un "surrealismo mediterráneo".
No mencionaremos ni elogiaremos aquí a los autores de principios de siglo, pues aunque son numerosos y están llenos de talento, todavía es difícil medir la importancia de su obra en el ámbito literario.