Diversión y salidas Estambul Y La Región De Mármara

Después de una visita a la mezquita de Eyüp, pásese por este lugar, muy apreciado por el famoso escritor por su vista sobre el Cuerno de Oro desde la terraza y sus magníficos interiores. Es un sitio muy concurrido, sobre todo el fin de semana. El mejor momento para venir es el atardecer. No sirven comida, pero sí podrá tomar una bebida fresca, un té o un café turco. Dada la afluencia de turistas, los precios se han visto afectados, pero la magia del paisaje hace que la visita merezca la pena.

Abierto desde hace más de treinta años, el café del Sr. Salim es frecuentado principalmente por estudiantes y asiduos del barrio. Puede sentarse tranquilamente a fumar un narguile y beber té o café turco. Por la mañana temprano, la gente del barrio compra un simit (pan de sésamo) y viene aquí a disfrutarlo con una bebida caliente. También se instalan distribuidores de alfombras, pero no son acosadores, al contrario, le da un toque de color muy agradable a la decoración. Es un lugar tranquilo y apacible.

Un despistado podría pasarse fácilmente la entrada. Bajo los minaretes de Santa Sofía, ubicada en una antigua escuela coránica del siglo XVI (medrese), la Caferağa, obra del maestro Sinan (con un busto suyo en el interior), es más que un jardín de té: es una escuela de arte, con tiendas y exposiciones. Té, infusiones o café turco se pueden tomar en el patio, donde se erige una especie de sarcófago (que en realidad sería una nevera antigua). El lugar merece realmente  la visita, aunque el personal no es demasiado amable y hay que esperar bastante antes de ser atendido.

Conocido como el Cat Café, este encantador y nostálgico local fue uno de los primeros cafés de moda que se abrieron en el popular y pintoresco barrio de Balat. Después de ella, muchas otras del mismo estilo se han abierto camino, pero Naftalin K sigue siendo la favorita. No hay mucho donde elegir, pero encontrarás mucho para picar, y todo es vegetariano: tostadas, tortillas, hojas de parra, tost (croque-monsieur con tomate y queso). Además del clásico café turco, se ofrecen cafés aromatizados (canela, cardamomo...).

Como su nombre indica, se viene al Karaoke para cantar. Puedes elegir entre sus talentos en la sala principal o en una de las salas privadas que se procurará reservar previamente (16, 40 y 100 personas). Kitsch, retro o fun, se debate, pero el karaoke gusta si se reúnen los ingredientes, lo que es el caso (el Dj también pasa pedazos bajo petición entre dos cantantes).

Una sala de conciertos que se encuentra debajo del Blanco Teras. Una buena alternativa a Babylon: artistas locales e internacionales (ver su emplazamiento para la programación). También hay algunos conciertos en la planta baja. Fabrican cerveza y la sala se construyó alrededor de los barriles. Muy buen ambiente. Bastante animado en invierno.

El nombre es un tanto engañoso ya que no hay terraza… Evidentemente el ambiente agradable a pesar de todo, y para ello se ofrecen todos los medios y los estilos de música, aunque poseen una preferencia por electrónica, conciertos en directo (grupos locales e internacionales), DJ guest, noches temáticas.

Es mucho más agradable para tomar una copa que para comer, de estilo griego. La música suele ser francesa (muy popular en Turquía). Las chimeneas de cada piso hacen que el lugar sea especialmente agradable en invierno. Mismo espíritu, incluso ambiente, justo al lado, en el Mosaik Café, un poco más barato quizás.

Más que un salón de té, Hakan es sobre todo una pastelería. Así que no dude en acompañar su té con uno de los múltiples dulces que verá en el escaparate. Hakan tiene una ubicación ideal, a tiro de piedra del muelle (iskele), y atrae a mucha gente. Pero no es espacio lo que falta en la gran sala, ligeramente kitsch con su iluminación morada y sus sillas de lunares rojos, y la terraza cubierta. El personal es acogedor, a veces incluso chistoso, y hablan un poco de inglés. No obstante, el precio del té es demasiado elevado.

Si le queda tiempo libre, no dude en pasar una noche por la calle Kadife, conocida como Barlar Sokak, la «calle de los bares». Bares y clubes se suceden a lo largo de esta calle. Es imposible salir a tomar una copa en Kadıköy sin pasar por esta calle mítica. Es un lugar muy concurrido por los turcos, con una oferta muy amplia: bares más o menos elegantes, con o sin terraza, música rock o electrónica... Muchos prefieren la solución más económica y beben en la calle sus cervezas compradas en la tienda de comestibles de la zona.

Si desea disfrutar de un ambiente festivo y relajado, el Montreal es el lugar ideal para ello. Con su variada carta de chupitos de todo tipo y a precios muy razonables, el lugar le seducirá enseguida. Ofrecen vodka, whisky, ginebra, licores y algunos aperitivos para acompañarlo todo. El diseño de la barra y la iluminación poco agresiva se suman a las bebidas para que pase un rato agradable. Es difícil encontrar sitio los fines de semana y la clientela acaba ocupando la calle. La única desventaja es que la música es demasiado alta.

Un ambiente tenue, con una iluminación colorida y una arquitectura original que juega con los vacíos y las perspectivas, cómodos sillones... El Incir es un acogedor pub en el moderno barrio de Kadıköy ideal para tomar unas cervezas con los amigos. Los cócteles son bastante buenos, servidos por camareros agradables y sonrientes. Hay un buen ambiente en general y la clientela es bastante juvenil. Inaugurado en 2008, el lugar está muy concurrido los fines de semana y al final del día, así que hay que ir temprano para encontrar sitio. O ir entre semana para estar más tranquilo.

Pub con una decoración que recrea el wéstern Río Rojo, película protagonizada por John Wayne, con carteles originales. El interior es bastante cálido, con mesas y sillas de madera, y algunas banquetas de terciopelo verde. En verano disponen de una terraza muy agradable, a pesar de la proximidad del tranvía, para tomar una copa después de un largo día de descubrimientos. Las cervezas son principalmente turcas y belgas. También se pueden comer bocadillos (hamburguesas, alitas de pollo...), algunos kebabs e incluso pescado. El personal es muy amable.

En la planta baja hay un pequeño escenario frente al bar y algunas mesas. La sala tiene capacidad para 120 personas sentadas. Las paredes de ladrillo visto refuerzan el ambiente jazzístico. Casi todos los días actúan músicos en directo (programa publicado en la página web), con estilos de jazz diferentes (clásico, moderno, mainstream...). Se sirve cerveza, cócteles, vino... y también hay servicio de restauración con una sencilla carta a la italiana. La programación es de calidad y el ambiente es juvenil. Venga temprano si quiere sentarse cerca del escenario.

El Misket es, como su nombre indica (Şarap evi), una taberna donde se va a beber vino. Servido en jarras y cubiletes, el vino (tinto) es artesanal y un poco dulce. Aquí uno se siente un poco como en casa, probablemente porque el lugar se presta a ello. Si le pica la curiosidad, entre y suba las escaleras: hay tres pequeños salones distribuidos en tres plantas, con sillones y sofás en los que echarse relajadamente. Además, podrá escuchar buena música alternativa, lo cual no es de extrañar, ya que el bar pertenece al grupo Baba Zula.