Sitios arqueológicos artesanales científicos y técnicos para visitar Costa Esmeralda

Con el calor de la mañana o la suavidad del atardecer, en Diego hay que volver a aprender a pasear... Inundadas de sol, las calles del centro están bordeadas de casas coloniales con fachadas lavadas en tonos pastel de azul, rosa, siena o verde. Las huellas de la historia, la belleza de los edificios, la elegancia de un drapeado, el fuego de una mirada... ¡hay tanto que contemplar! El ejemplo más logrado de arquitectura colonial es la cadena de columnatas de la rue Colbert. A partir de la plaza Foch y siguiendo esta vía, encontrará una sucesión de edificios de estilo colonial, con sus balcones y verandas llenos de flores. No se pierda el hermoso edificio de la Alianza Francesa. La calle Colbert desemboca en la calle Richelieu. En la intersección de estas calles se encuentra una imponente residencia de estilo colonial rodeada de ravenalas, residencia del gobernador en la época de la colonia. Actualmente es la sede de una administración territorial. Más allá, congelado en el olvido, un imponente edificio de color ocre, el antiguo Hôtel de la Marine, establecimiento de lujo de la época colonial, alinea sus pórticos, arcadas y arabescos. Cubierto de árboles, este fantasma del pasado se asoma a la inmensa bahía azotada por el viento. Desprende una atmósfera extraña. La llamada a la oración resuena en la pequeña mezquita blanca de al lado. En Diego, templos chinos, iglesias y mezquitas son buenos vecinos. Siguiendo hacia la plaza Clemenceau, se llega al quiosco de música. Las columnas blancas que bordean la bahía de Antsiranana son testimonio de una época pasada. Más adelante, al final de la calle Gourand, la plaza del Almirante Ronarch, adornada con una estatua del mariscal Joffre, ofrece otra vista del puerto. En primer plano se ven montañas de contenedores, grúas de astilleros y cargueros esperando a ser descargados, mientras que en el horizonte se revelan las crestas dentadas de las calas. Aquí comienzan las instalaciones portuarias más importantes. Diego ofrece un amplio abanico de ambientes: elegantes mujeres sakalava, viejos comoranos con zapatillas, fez y chilaba... Es imprescindible pasear por el barrio obrero de Tanambao, con sus tiendas de todo tipo y sus casas de madera y hojalata. Al final del bulevar Sylvain Roux, en la esquina de las carreteras que llevan a Ramena o al aeropuerto, el cementerio militar de la Commonwealth es un lugar conmovedor donde están enterrados soldados británicos, indios y africanos, víctimas de los combates contra la administración petainista en 1942. Su sacrificio permitió a Mada unirse a la Francia Libre.

En la bahía de Cul de Sac Gallois, un paseo en barco de 15 minutos le llevará a pequeñas colinas plantadas de baobabs. Se pueden descubrir decenas de estos majestuosos árboles, algunos de ellos centenarios, durante una sencilla caminata de una hora. Esta es una oportunidad para ver dos especies endémicas de baobabs. Caminamos cerca de Diego, en un universo completamente diferente con las cristalinas aguas cercanas. Una visita de lo más exótica que no debe perderse, sobre todo si no va a ver los baobabs de la región de Menabe o del oeste de Madagascar.