Los más bellos paisajes del Mediterráneo

Las Cinque Terre son una sucesión de antiguos pueblos en la escarpada costa de la Riviera italiana. Monterosso, Manarola, Corniglia, Vernazza y Riomaggiore son pintorescos pueblos situados en las laderas de las colinas, con los pies en el agua, en los que conviene pasear por sus callejuelas para experimentar un cambio de aires total. Alrededor, el paisaje es típicamente mediterráneo, con pinos detrás, pero también aquí y allá viñedos, y luego, por supuesto, la Grande Bleue que se extiende hasta donde alcanza la vista. Estas cinco pequeñas joyas están unidas entre sí por pintorescos senderos, que ofrecen panoramas impresionantes.

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Los viajeros que hacen escala en Marsella en días soleados seguro que quieren acercarse al Parque Nacional de las Calanques para descubrir unos paisajes de ensueño. La Calanque d'En-Vau es sin duda uno de los más bellos, con sus aguas turquesas y su playa de guijarros donde tomar el sol. A su alrededor se extienden los majestuosos acantilados del macizo de Marsella, formados por rocas calizas y vegetación mediterránea. La cala de En-Vau, como todas las calas de las Bouches-du-Rhône en general, transmite rápidamente la sensación de estar en el paraíso, como si se tuviera el privilegio de estar en un entorno donde se puede disfrutar de la vista en cualquier momento.

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En la isla de Rodas, la ciudad de Lindos es una pequeña joya que hace las delicias de los amantes de la arquitectura antigua. Sin embargo, las construcciones humanas no son los únicos elementos que atraen en masa a los visitantes. Lindos domina la hermosa bahía de San Pablo, que ofrece una de las playas más bellas de la isla. Su particularidad es que se trata de un enclave natural de aguas cristalinas, bordeado por escarpadas rocas. Mientras se baña en la bahía o visita un antiguo templo, los senderistas también pueden alcanzar los escarpados acantilados de los alrededores y dejar que sus ojos se pierdan en la inmensidad del Mediterráneo. ¿Busca una escapada? Haga clic aquí ¡para ver las tarifas aéreas!

El archipiélago balear presume de impresionantes paisajes mediterráneos. En la isla de Menorca, Cala Macarelleta es el lugar perfecto para relajarse sobre la fina arena o a la sombra de uno de los pinos que bordean la playa. Aquí, el entorno es totalmente virgen, por lo que todo lo que tiene que hacer es disfrutar de la belleza natural y tomar unas instantáneas que disfrutará contemplando durante todo el año. Una de las principales actividades en Cala Macarelleta es, por supuesto, la exploración del fondo marino. Equipado con una máscara y un tubo, podrá descubrir la gran diversidad de flora y fauna marina de esta cala.

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En el sur de Turquía, enclavada entre Kalkan y Kas, la playa de Kaputas puede que no sea la más famosa de las playas de arena del Mediterráneo, pero bien merece una visita Es una obra maestra de pura belleza. El pasaje está formado por bosques, cúmulos rocosos y, por supuesto, el mar, cuyos movimientos atraen a los surfistas en gran número. Desde holgazanear en la arena hasta practicar deportes acuáticos, los visitantes pueden optar por disfrutar de este increíble entorno. También hay que destacar que en los alrededores de la playa hay nada menos que 200 especies de flora, algunas de ellas en peligro de extinción. Por eso la zona forma parte de un proyecto de conservación.

La diminuta isla de Comino se encuentra a medio camino entre Malta y Gozo. Atrae a los viajeros en masa por la presencia de una laguna cuyas aguas evocan inmediatamente las lagunas más bellas del mundo, como las que se encuentran en Polinesia. Entre el entorno rocoso, la vegetación árida y el color turquesa del agua, el marco es sencillamente idílico. Sin embargo, cuidado, el lugar está abarrotado durante gran parte del año. Así que un pequeño consejo para todos aquellos que quieran hacer fotos donde sólo aparezcan los elementos de la naturaleza: ¡vengan temprano por la mañana! También le aconsejamos que reserve una excursión en barco para navegar por el litoral y disfrutar tranquilamente de las aguas turquesas.

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Pueblo costero de Procida, una pequeña isla frente a la costa de Nápoles, Corricella ofrece un entorno idílico para unas vacaciones. El pueblo cuenta con varios paseos marítimos que ofrecen siempre una vista impresionante del puerto deportivo. En la ladera hay casas de llamativos colores: azul, amarillo, rosa y ocre. Lo mejor es llegar a los miradores donde se puede contemplar el puerto deportivo en su conjunto, combinando los colores de las casas con el azul del Mediterráneo. Tampoco hay que perderse las sinuosas calles para llegar a los monumentos más bellos, como el monasterio de Santa Margherita. Y para ir de compras o tomar algo al sol, diríjase a la Via Vittorio Emanuele.

La ciudad de Sidi Bou Said fascina por su arquitectura mezcla de estilos árabe y andaluz. Paseando por sus calles, descubrirá magníficos edificios blancos decorados con puertas y ventanas azules. Dar El Annabi es una casa de arquitectura árabe-musulmana que no debe perderse bajo ningún concepto. Después de haber atravesado la ciudad por ambos lados, es aconsejable tomar la parte alta para admirar la espléndida vista del puerto de la ciudad. Vegetación, barcos, el mar y el relieve a lo lejos, el escenario es perfecto para hacer algunas fotos, antes de regresar a la ciudad para degustar la gastronomía local.

¿Nuestro consejo? Reserve un guía Le mostrará no sólo el pueblo costero de Sidi Bou Said, sino también la antigua ciudad de Cartago, que bien merece una visita.

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Si Córcega está llena de tesoros, la playa de Palombaggia es sin duda uno de los que no se perdería por nada del mundo. Situada a 12 km al sur de Porto-Vecchio, está formada por arena blanca, pinos paraguas, rocas de color ocre y aguas translúcidas en las que es un placer bañarse y explorar el fondo marino. En la playa hay innumerables rincones con vistas impresionantes. Quienes lo deseen también pueden practicar deportes acuáticos para desahogarse. Y un consejo para vivir un momento único: espere a que se ponga el sol mientras la playa se vacía.

Situado al este de Chipre, cerca de la ciudad turística de Ayia Napa, el cabo Greko atrae a los visitantes por sus acantilados, cuevas submarinas y los tonos azules del mar. Hay multitud de senderos para contemplar las diversas formaciones rocosas, incluidos los arcos naturales. Tras una caminata, es hora de zambullirse en las aguas turquesas a la temperatura perfecta. Para contemplar la riqueza del fondo marino, no dude en apuntarse a una sesión de buceo supervisada. Y al atardecer, la luz mortecina confiere al lugar un ambiente completamente distinto, pero igual de seductor.