UN LUGAR DE ENCUENTRO POPULAR
El Barachois (que significa "pequeño refugio" en malgache) abarca todo el paseo marítimo del centro histórico: una etapa ineludible. Explanada, rodeada de jardines y árboles, se extiende entre la pointe des Jardins y el río Saint-Denis. Atravesado por la N 1 que bordea el litoral, el Barachois acoge las deambuaciones de los dionisianos que vienen a relajarse, a degustar una Dodo (la cerveza local) en el mostrador de un camión-bar o a jugar a la petanca, entre fuentes, bancos y césped. La atmósfera, más tranquila aún los domingos, día en que la circulación está prohibida, está en la adultería. Al atardecer, muchos deportistas vienen a descansar después de su jornada de trabajo en el campo de salud, en bicicleta, en rotar o a pie.
Los tiros del Barachois, cuya vocación inicial era portuaria, no queda nada o casi. Los ciclones tuvieron razón en los últimos vestigios de esta época colonial; en cuanto a las cuencas, se han llenado. Sólo los cañones, que solían defender el puerto, resistieron los ataques del tiempo. Todavía se ven reacios, la boca abierta, contra uno no sabe qué recuerdo belicoso, devorado en el fondo del océano.