UCHSAY
Aquellos que no han quedado suficientemente deprimidos por el espectáculo de Moynaq pueden ir hasta Uchsay, unos diez kilómetros más al norte. Colgado en el flanco de una duna gigantesca, este pequeño pueblo ni siquiera tiene acceso al agua corriente. La obtienen de pozos artificiales perforados en el suelo y protegidos con viejas láminas de metal oxidado. Cuando no llueve envían a los niños a los charcos para recoger agua, incluso a sitios por donde han pasado los coches o ha bebido el ganado. Al final de la aldea, un pequeño campamento base reúne a los trabajadores del gas, sin que por desgracia tengan mucho trabajo en la región. En el subsuelo del mar de Aral todavía se está perforando, y en el horizonte de este nuevo desierto, alrededor de Uchsay, se pueden ver más de diez torres de perforación. Muchos esperaban que el subsuelo del Aral pudiera ser tan rico como el del Caspio y, de hecho, en ese sentido, nadie ha tenido realmente ningún interés en salvar este mar.