ANALAKELY
Desde la estación de Soarano, se sube por la avenida de la Independencia hacia la avenida del 26 de junio. El Zoma (gran mercado) ya no existe, se cerró por problemas de salud y seguridad, pero todavía hay quioscos donde es posible hacer algunas compras.
Este eje principal, trazado en 1912 para unir el mercado con la estación de Soarano, es el lugar de paso obligado de los viajeros. Los fines de semana por la noche, muchos malgaches acuden a aparcar allí, exhibiendo sus botellas (como si fueran un botín) en sus capós, evocando un popular bar al aire libre.
Bajo los soportales, artesanos y vendedores ofrecen todo tipo de recuerdos: juegos tradicionales, joyas, solitarios, piedras, estatuillas, copias de esculturas funerarias, bordados y especias, incluida la vainilla.
A lo largo de las aceras, 4L, 404, Renault 14, 2CV azules, amarillos, verdes y rojos, a menudo de edad muy avanzada, dan fe del prodigio mecánico del que son capaces los conductores malgaches, que se cuentan entre los más cualificados del mundo, debido al desempleo. En algunos vehículos, los desbloqueadores de teléfonos móviles funcionan con una destreza asombrosa.
Subiendo por la Avenue du 26 Juin, la principal oficina de correos (fíjese en el mapamundi colonial pintado en la pared, data de los años 30; pequeñas bombillas indicaban el avance del correo por mar o por aire), descubrirá, a la derecha, unas escaleras que suben hacia la Place de l'Indépendance. A la derecha de las escaleras, el edificio Lido merece las distracciones: en la planta baja, una gran selección de postales a precios imbatibles. Arriba, el snack bar del Cercle germano-malagasy (antiguo Instituto Goethe) es un lugar ideal para tomar una copa con algunos artistas malgaches. Su terraza en el último piso (acceso de pago), con vistas al antiguo Zoma (ese gran bazar que ahora se conoce comúnmente como los Pabellones) y a todo el barrio de Analakely, es el mejor lugar para sus fotografías de conjunto.
A lo largo de las escaleras, se agolpan los vendedores de gafas de sol y sellos. Si quiere un sello con su dirección y un logotipo original, se lo harán en treinta minutos, a mano, por un precio irrisorio.
Al final de las escaleras, se llega a la Plaza de la Independencia. Allí, en puestos desplegados al sol, las maravillas de una artesanía nacida de la recuperación: latas de coca transformadas en aviones de Air Madagascar, taxis de monte, Harley Davidsons y rickshaws multicolores...