Cuando se come en la familia, no siempre es un placer. En este caso, es lo contrario y en esta familia la sonrisa a los labios -después de reservarse, es más prudente que hacerse picar un lugar por un primo alejado- y la envidia del vientre de saborear un buen plato de temporada. Si el tiempo lo permite, se disfruta de la terraza que da a una pequeña calle poco transitada o se refugia en una sala tendencia bistró con sus retratos de familia colgados por todas partes. En cuanto a la cocina: el respeto de los productos, de los sabores simples pero refinados, de los platos amañados, de unas bonitas reducciones para las que se toma el tiempo. Cabe destacar que, a mediodía y por la noche, la familia propone siempre un plato vegetariano. Este verano, cuando el calor no nos abría especialmente el apetito, una calabaza redonda con pequeñas verduras, huevos y patatas nuevas asadas nos lo hizo (por supuesto, el apetito). De frescura siempre con riletas de merluza con hierbas o un muslo de lata confitada con aceite de tomate, para terminar con un clavafoutis con albaricoques y crema de mascarpone. Una familia adinerada que se acepta gustosamente el tiempo de una comida.
Tout y etait: un bon moment familial, un accueil souriant, chaleureux, généreux et une cuisine ou personne n'a eu à redire. (Nous étions 10).
Nous recommandons tous ce restaurant et nous y reviendrons !
Je suis venue avec des amies pour un dîner et tout s’est extrêmement bien passé.
La pièce du boucher sauce St Marcelin accompagnée de son gratin dauphinois et ses haricots verts champignon a fait l’unanimité ! On s’est régalé ! Le plat était réalisé avec des produits de qualité et bien présenté.
Tout était parfait avec un personnel au petit soin et un cadre agréable.
Nous reviendrons sans hésiter.
Nous recommandons ce restaurant. Et y retournerons avec beaucoup de plaisir.
JC