Guía de viaje Kribi

Playas de arena fina, cocoteros y un litoral que se extiende hasta donde alcanza la vista... Cada año, la "Riviera camerunesa" atrae a turistas de Camerún y más allá. Más allá de los límites del África ecuatorial, Kribi, auténtica estación balnearia africana, acoge a veraneantes en busca de la tranquilidad absoluta y el arte de vivir apacible que han hecho de ella un éxito. Auténtica joya de la naturaleza, Kribi, capital del departamento de Océano, ha sabido aprovechar al máximo su don. Nada más entrar en la ciudad, todo el litoral está poblado de hoteles "a orillas del agua" de diferentes categorías, para todos los viajeros y todos los bolsillos. Verdadero destino de vacaciones, la orilla del mar alberga los hoteles más prestigiosos y las cabañas de paja más modestas, todos con el mismo objetivo: disfrutar del mar, de los días de baño y de los frutos de la pesca local.Tumbarse en la playa todo el día es más que una opción, es una obligación. Pasar un tiempo en Kribi también significa observar la vida al ritmo de la pesca y degustar pescado y marisco fresco alrededor de un brasero, saciar la sed con agua fresca de coco y, sobre todo, bañarse, alternativamente en el mar y en agua dulce en el estuario de Lobé.Y la presencia de superpetroleros en alta mar apenas estropea el paisaje.El puerto de Kribi : al atardecer, los pescadores en piragua vuelven a casa tras una larga jornada en el mar. Kribi, puerto de gran calado construido por los alemanes, es hoy la terminal petrolera del oleoducto Chad-Camerún. Cruzar el puente sobre el Kienké, construido por los alemanes a principios del siglo pasado y sumergido por las aguas de este río durante las grandes inundaciones de agosto de 1998, constituye un agradable paseo. En el centro administrativo, frente al mar, aún se conservan algunos edificios coloniales de la época alemana, como la residencia del prefecto y el antiguo palacio del gobernador alemán.La ciudad de Kribi también merece una visita. En 2014, importantes obras de urbanización transformaron la ciudad. Hoy es una ciudad con amplias avenidas y carreteras. Lamentablemente, muchos pequeños comercios y bares han sido demolidos para dejar sitio, lo que ha robado cierto encanto a la ciudad. Por supuesto, se puede ir al mercado central (en mototaxi, el medio de transporte más común, pero no el más seguro), donde convergen la mayoría de las calles de la ciudad, o visitar la bonita iglesia de fachada blanca y naranja del puerto. Un puerto deportivo, con sus barcos de pesca de altura, linda con el embarcadero, donde se puede comprar pescado fresco capturado por la mañana y luego disfrutar de un festín de gambas y pescado estofado en uno de los pequeños restaurantes cercanos.Las obras de construcción y desarrollo del puerto autónomo de Kribi finalizaron en 2015. Aunque los primeros grandes buques atracaron en 2017, estas colosales obras (cuyo valor se estima en cerca de 200.000 millones de francos) no han surtido desgraciadamente el efecto deseado, ya que el puerto no está comunicado por infraestructuras dignas de su tamaño con los principales centros urbanos del país. Además, el ir y venir de camiones ha estropeado una de las zonas más bellas de la costa de la Gran Batanga (después de las cataratas de Lobé). Pero aún encontrará algunas playas "privatizadas" donde podrá pedir un picnic con pescado a la parrilla..Historia. La construcción de la carretera Kribi-Edéa comenzó a principios de los años noventa. La región, antes aislada, se convirtió en uno de los centros económicos más importantes del país. La madera, el cacao y pronto el petróleo generaron considerables ingresos, que se vieron impulsados por el turismo de fin de semana.Antiguamente poblada por pigmeos, la ciudad y la región están ahora habitadas principalmente por dos grupos étnicos, los Mabi y los Batanga. Los fang, que deben su fama a las largas máscaras que se pueden encontrar en cualquier tienda de Camerún, también pueblan el litoral. Los pigmeos sólo viven en pequeñas aldeas en el interior.