Los mejores restaurantes Uzbekistán

En un suburbio de Nukus, Shadli aul, este restaurante de pescado es apreciado por los lugareños. Se puede comer en la terraza, bajo el toldo en verano o en el interior, siendo imprescindible reservar un pequeño cubículo sombrío donde uno se encuentra entre amigos. Comerá platos tradicionales karakalpakos a base de pescados como el karma, un plato de fideos y pescado que se cuece durante tres o cuatro horas. También puede probar el famoso vodka Qarataw local, famoso hasta en Rusia. Pero no se pase con el pescado, que crece con pesticidas.

Este restaurante es muy popular, tanto en verano como en invierno. En días con temperaturas suaves es posible instalarse en el exterior, en agradables takhtans, mientras que en invierno o en los días más calurosos, es preferible la sala de la primera planta, climatizada según las condiciones de temperatura del exterior. A los grupos de amigos les gusta encontrarse bajo las yurtas del primer piso, que son un poco más caras. Y por la noche, la pequeña pista de baile empieza a escupir éxitos uzbekos y rusos mientras la típica bola de espejos de discoteca gira incansablemente. En cuanto a la gastronomía, encontrará todos los clásicos de la cocina uzbeka y karakalpaka, incluyendo algunos shashlyks muy buenos.

En la calle que se extiende a lo largo de la mezquita Poy Kalon, cerca del mercado del oro, encontrará toda una serie de pequeños restaurantes y cafeterías que sirven especialidades del día. Todo depende de lo que se cocine en las grandes ollas el día de su visita, pero puede esperar sopas en todas sus formas, golubtsy (coles o, a veces, pimientos rellenos), pequeños panes o donuts rellenos del Tatarstán, llamados chebureki, albóndigas y, por supuesto, shashliks. Pasee por los diez metros que ocupan estos pequeños establecimientos y déjese guiar por su instinto y sus deseos. Por el momento, casi solo hay gente local almorzando allí.

Uno de los lugares favoritos de los habitantes de Samarcanda para disfrutar de la buena cocina local, preparada con esmero. Recomendamos especialmente el lagman uigur, que es muy bueno aquí, acompañado de un shashlik imprescindible para los grandes apetitos. Los platos son sencillos pero la calidad está ahí, lejos de lo que se suele ofrecer a los turistas. El ambiente es muy agradable, incluso familiar, y todo el mundo parece conocerse desde hace años. El menú no está en inglés, pero no dude en señalar lo que le interesa en las mesas que le rodean.

Una vez haya pasado el puerto de Kamchik, cuando la carretera ya desciende hacia el valle de Ferganá en dirección a Kokand, observará una abundante presencia de puestos de non (pan). El pan de Kokand es particularmente famoso y solo podemos aconsejarle que lo pruebe. Aquí lo llaman kokand patir: es más grande que la media, más plano también, y muy bien decorado. Toda una obra de arte que se derrite en la boca mientras aún está caliente.

Después de la primera oración, muy temprano, verá allí a los ancianos de Kokand, y poco después a los menos ancianos. Van a degustar una carne de cordero que rara vez se encuentra en los lugares más turísticos. Para ello,  hay que tener un estómago fuerte a primera hora de la mañana: queso de cabeza, menudillos, patas, grasa de oveja... Elija su pieza en la entrada, con los vendedores. Cuanto más tarde llegue, menos opciones tendrá para escoger. Los menos aventureros pueden disfrutar de una sopa de garbanzos. Bajo magníficos toldos, la gente se reúne en un lugar fresco, que será nuestra oportunidad para vivir un momento auténtico lejos de las feas construcciones modernas que desfiguran el valle en todas partes.

Situada justo a la entrada de la ciudad, antes de llegar a la carretera circular que delimita el centro, la chaikhana Kokand es toda una institución. Existe desde hace mucho tiempo y es particularmente conocida por su plov. Como es necesario reservar con antelación, es mejor llegar temprano antes que morir de hambre, y luego pasar los 45 minutos de espera ineludibles en el agradable jardín de detrás. Fresco y verde, es una buena manera de abrir el apetito.

Este establecimiento, muy chic, es uno de los mejores restaurantes de la capital. Ofrece lo mejor de la cocina internacional (es decir, cocina japonesa, italiana y nacional) y se ha convertido en un local de renombre. Nos gusta mucho su decoración, que da prioridad a las plantas verdes y que, por una vez, no tiene un color llamativo o de mal gusto. La terraza es muy agradable, quizás un poco más relajante que la sala principal, más sofisticada.

Esta cantina no tiene dirección, pero todo el mundo la conoce. En la calle Gafur Gulyam, cerca del circo, la encontará al divisar la cola que se forma al mediodía. De lo contrario, pregunte y le indicarán con mucho gusto. Aquí tendrá acceso a una cocina verdaderamente tradicional y local, incluyendo el naryn, un plato frío de fideos y carnes variadas, o incluso el hasip, una salchicha casera. Generalmente estos platos se preparan con el kurduk, la tradicional grasa de cola de oveja.

Un restaurante muy agradable, en el barrio de Yakkasaray, que ofrece cocina georgiana. Aquí podrá disfrutar los khinkali, grandes raviolis rellenos cocinados en caldo, y también platos a base de berenjenas o el chachlyk. Es un establecimiento simpático, con una decoración de estilo georgiano, necesariamente un poco kitsch, pero que nos gusta. Por desgracia, el vino georgiano que se sirve es de mala calidad; hay que conformarse con la cerveza.

Durante su estancia en Uzbekistán no puede dejar de probar el plov: cada ciudad y región tienen su propia manera de cocinar este plato nacional y todos piensan que hacen el mejor plov del país. Puede contribuir a este debate interminable visitando el Plov Center. Este local, que se parece a la sala de banquetes de los gloriosos trabajadores del ferrocarril de la época de Brézhnev (techos inmensamente altos, cortinas de tafetán de color borgoña, pasillos con barandillas y televisores encendidos, la única concesión a los tiempos modernos) es de hecho toda una institución local, un comedor donde familias y amigos se reúnen a la hora del almuerzo para comer. Todos sentados en fila, formando un horizonte que parece casi infinito, con mesas para cuatro y seis personas. Aquí se elaboran todo tipo de plovs en enormes kazan al fuego de leña. Vaya allí al mediodía (no se suele comer plov por la noche) para disfrutar de una comida abundante, sabrosa y muy barata. ¡Todo un poema! Las camareras uniformadas vendrán a tomarle nota en la mesa (busque ayuda si no habla uzbeko o ruso, pero es poco probable que se equivoque). Una vez haya comido, pídale la nota al encargado de la mesa y diríjase a la caja registradora que hay a la salida. Tal vez no sea el mejor plov que pueda degustar durante su viaje, pero sí una sabrosa ración de la vida local.

Este restaurante kitsch situado en el parque Babur ocupa un pequeño islote rodeado de agua, como su nombre indica. Abierto durante los días soleados, permite disfrutar de una cerveza, comer chachlyki o degustar otros platos característicos de la cocina local. También encontrará algunas propuestas rusas o europeas. El conjunto merece la pena especialmente por su atmósfera anticuada, con música en vivo algunas noches.

En esta cafetería, B&B no significa Bed and Breakfast, sino Brews and Beans. Es comprensible que se haga hincapié en el café, una perla en Taskent que poco a poco va siguiendo la estela de Starbucks. Así que aquí se viene a probar el capuchino y el expreso, pero también a comer si se tiene hambre. Los desayunos son al estilo occidental, con tortitas y tortillas, mientras que el resto del día puede matar el gusanillo con sándwiches tostados o una sopa del día. Elija zumos de frutas frescas, deliciosos. Todo esto en el ambiente más joven y moderno de Taskent, que viene bien de vez en cuando.

Este restaurante es toda una institución en Samarcanda: una gigantesca chaikhana con un menú tradicional que se extiende por varias plantas, con takhtans abarrotados y balcones llenos del humo de los shashliks. Aquí es un todo o nada, ya que se puede encontrar un ambiente muy soso y turístico, o auténtico, festivo y cálido. Todo depende de si ha reservado para un autobús lleno de turistas o para una boda uzbeka. En cualquier caso, siempre hay que comprobar la cuenta, ¡porque es caótico!

No es barato, pero merece la pena. La comida es de calidad, pero lo que le dejará mayor recuerdo es, sin duda, la vista de la ciudad vieja de Jiva. En realidad, el restaurante está instalado en una azotea al aire libre, y la vista se pierde entre el minarete Islam Khodja, la cúpula del cercano mausoleo o el Kalta Minor. El chef se esfuerza por hacer más delicadas y picantes las recetas tradicionales, y también hace hincapié en la presentación de los platos. En resumen, se trata de un restaurante impecable.

Es más una casa de té que un restaurante, pero si prepara su sabroso plov a la hora de comer, más vale venir a disfrutarlo. El interior del restaurante es espléndido: la arquitectura tradicional de madera ha sido totalmente decorada por artesanos locales, cuyos numerosos productos están expuestos y a la venta. Durante todo el día sirve bollería, té especiado y café turco. Para comer, tiene ensaladas tradicionales y plov (mejor pedirlo por la mañana para asegurarse una mesa). Una opción estupenda.

Está un poco lejos del centro de la ciudad, pero si desea un buen restaurante, este es un establecimiento que se puede recomendar. Casi chic, es posible sentarse al aire libre en la agradable terraza o bien en la sala interior, en cómodos sofás y bancos. Sirven excelente cocina uzbeka entre una decoración muy trabajada, hecha de pequeñas hornacinas orientales, artesanías y frescos murales con los grandes monumentos timúridas. Las porciones son generosas, el servicio impecable y el trato cálido. Una buena relación calidad-precio.

Considerada la mejor mesa de Nukus porque ofrece cocina internacional. El menú no es sorprendente, pero los platos están elaborados con buenos productos y el bar ofrece una buena selección de bebidas. Es sin duda el mejor que se puede encontrar en Karakalpakstán, pero por desgracia el personal no habla inglés y habrá que armarse de paciencia para saber lo que se pide. El edificio es moderno y el local un poco impersonal, pero el conjunto es bastante eficiente.

Aquí acogen principalmente a grupos, pero hay espacio suficiente para preparar algunas mesas adicionales si avisa de su visita con antelación. Cocina casera y familiar en el patio de una hermosa residencia tradicional uzbeka, bajo la parra.

Con un trato muy amable, en este restaurante se ofrecen clásicos uzbekos, sin grandes pretensiones y no muy grandes, que pueden resultar un poco caros. Pero el restaurante está bien situado, frente al Registán, y la decoración es bastante atractiva, con manteles de khan atlas y un gran mural al fresco que evoca las rutas caravaneras al fondo de la sala. Es muy turístico, pero la calidad sigue siendo buena y los precios no son desorbitados. Es perfecto para hacer una pausa durante el día entre dos visitas.

Rakhmon y su pequeña familia trabajan para hacer suzanis y abrir su casa a los turistas para mostrarles su trabajo (véase la sección «Compras»). Sería una pena privarse de este contacto, sobre todo porque es posible reservar mesa para cenar y degustar excelentes especialidades de la cocina uzbeka. Ofrece buena cocina tradicional y un trato cálido alrededor de una comida a base de copiosos entrantes, sopa, plov y postres. Tenga cuidado, esto no es un restaurante en el sentido estricto de la palabra. Al Rakhmon se va primero para aprender todo sobre los suzanis, la comida es un añadido. Es imprescindible reservar con antelación.

Uno de los fast food más antiguos de Taskent. Dispone de diferentes recetas de hamburguesas y pizzas para comer en el lugar o para llevar. Sus kebabs no son los mejores del mundo, por supuesto, pero son mucho más seguros que los que venden en los otros establecimientos improvisados de cocina rápida, cada vez más numerosos en el centro de la ciudad, y a los que desaconsejamos encarecidamente ir. También es, a pesar de la falta de encanto del lugar, un local donde se puede hacer un descanso durante el día para tomar un café o un helado. Ofrece conexión wifi.

Si se aloja en la zona de Chorsú, encontrará muy pocos restaurantes. La manera más fácil de asegurarse una mesa es ir al bazar. Allí hallará muchas chaikhanas abiertas durante todo el día y algunas por la noche, hasta alrededor de las 21 h. Sin menú, por supuesto, y, sin duda, nadie multilingüe en su personal, pero como las cocinas son accesibles y muestran las especialidades del día en una mesa, solo tendrá que señalar lo que le interesa. Siempre encontrará excelentes shashlik, sopas, lagmans, raviolis, huevos... En cuanto al precio, es posible darse un festín por menos de 90 000 som (sopa, ensalada, shashliks, pan y té). Más que por la gastronomía, estas chaikhanas son sobre todo un atractivo para aquellos que quieren disfrutar de un lugar auténtico y conocer a los uzbekos. El ambiente es siempre cálido. No espere comer un plov turístico aquí (solo se cocina para el almuerzo, pues los uzbecos rara vez comen plov por la noche de manera cotidiana), y prepárese para disfrutar de las especialidades más auténticas.
Desafortunadamente, es imposible terminar esta invitación a las chaikhanas sin una nota sobre las condiciones de higiene. Asegúrese, tanto como sea posible, de seleccionar platos que hayan sido cocinados durante mucho tiempo y evite comer vegetales crudos y ensaladas que se venden tal cual bajo el mercado del bazar. Tenga algo a mano para limpiar su plato y los cubiertos antes de usarlos, evitará sorpresas desagradables durante la digestión.

Este restaurante ofrece un cálido y espacioso ambiente oriental, decorado con pinturas y artesanías de artistas uzbekos. Cada noche, el ambiente se anima con espectáculos de baile y música. La carta es rica en especialidades nacionales bien elaboradas, con algunos platos europeos. A pesar de la calidad del servicio y la belleza de la decoración, una sopa, un plato de pollo o una carne a la parrilla y un postre no cuestan demasiado. El menú también ofrece una buena selección de cervezas, vodkas y algunos vinos italianos.

A la izquierda de la ópera Navoi, de frente, New World es la pizzería «histórica» de Taskent, a la que acuden las familias antes o después de la ópera. Por supuesto, esto no es Italia, y las pizzas no tienen nada especialmente memorable, pero la comida es más que decente y permite comer con seguridad a buen precio. Se puede comer en el restaurante o para llevar, y hay una buena variedad de recetas, así como algunos platos de pasta. El ambiente es sencillo, pero los ventanales dan al teatro Navoi.

Este restaurante le encantará, sobre todo si no ha tenido tiempo de visitar Jiva durante su viaje. Este establecimiento pone de relieve la gastronomía de Khorezm repasando todos los grandes clásicos del país y sus variantes regionales: ensaladas, plov y, por supuesto, el plato más popular de Khorezm el trum berek (un huevo cocido en una pasta con especias, cuya yema permanece líquida). El restaurante está bellamente decorado con madera y estuco tradicionales, y tiene una bonita terraza.

Cerca del bazar, es una bonita chaikhana al aire libre, con mesas dispuestas en el patio o en lo alto del entrepiso. La música turca resuena al máximo, pero el ambiente es generalmente agradable y el trato muy cordial. La mayoría de las mesas están a la sombra, por lo que se puede disfrutar de un poco de frescor incluso en las horas más calurosas del día. El menú incluye las clásicas ensaladas de tomate, pepino y cebolla, chachlyks y plov al mediodía. No es nada extraordinario, pero sirve clásicos muy bien preparados.

He aquí un ejemplo típico de los salones y restaurantes para bodas que han crecido por toda la nueva ciudad, y por todo el valle. Las especialidades uzbekas y rusas se sirven en una enorme sala sin ningún encanto. La terraza está ligeramente alejada de la calle y es casi agradable cuando hace calor. Los platos que sirven son bastante buenos. Es una oportunidad para ver más de cerca la nueva cara de la reconstrucción.

Práctico para comer de camino o de vuelta de una visita al casco antiguo. Se pueden probar plov, shashliks, lagman... El interior de esta clásica chaikhana es el resultado de la pasión de su dueño. Acuarios y jaulas se alinean en las paredes entre el ruido de chirridos, silbidos y charlas. Una inmensa jaula verde alberga canarios, loros inseparables y algunas especies de aves que son difíciles de identificar. El simpático pájaro es el origen del apodo de «Green Parrot» (loro verde) del restaurante.

Es la única pizzería de Bujará, en el barrio de Chor Minor. Perfecta si se le antoja una pizza o cocina italiana. Y para los vegetarianos o aquellos que echen de menos unas verduras, es la ocasión perfecta para evitar el tradicional cordero. Es el único establecimiento de este tipo en Bujará y goza de gran popularidad entre los lugareños. Aunque los productos no proceden de la península italiana, están perfectamente seleccionados por el chef. La carta de vinos no es especialmente impresionante, pero también en este caso supone un agradable descanso del vodka.

Frente a la mezquita del Viernes, esta antigua chaikhana reconvertida en albergue conserva un salón de té donde podrá relajarse y disfrutar del frescor de las viejas piedras. Pida su té o café y pida unas pastas para descansar de su recorrido por el centro de la ciudad. El negocio de los restaurantes cesó tras la pandemia, pero puede que se reanude con la vuelta de los turistas, así que no dude en reservar su mesa si esto ocurre, ya que la cocina también es muy recomendable.

La nueva cita de la burguesía de Tashkent. Se ha conservado el marco del antiguo restaurante Omar Khayyam, con su pequeño laberinto de salas, así como el espíritu de las dos principales salas de restauración que proponen cada una de ellas: nacional o japonés. Las decoraciones van de la mano con el menú, y el conjunto ha sido totalmente renovado, con iluminaciones discretas que garantizan un ambiente agradable o minimalista. En cuanto a los precios, son asequibles si escoges especialidades locales (de 15.000 a 10 m para un kazán kebab o un lavash), pero suben muy rápidamente si escoges platos europeos o japoneses (de 400.000 a 20 m para un carpaccio de buey o atún, de 7 a 15.000 m para los sushi). En el salón egipcio se pueden saborear algunas pastelerías orientales al mismo tiempo que fuman la naga. El bar permanece abierto hasta las pequeñas horas del amanecer, pero sigue siendo posible pedir menús (hamburguesas, sándwiches de club…) para 10 a 20.000 m. Las bebidas no están disponibles: calcula 10.000 reses para un whisky y 18.000 reses para los cócteles. Veladas animadas por DJ, retransmisiones deportivas.

Su entorno es uno de los más agradables de Taskent: al aire libre, bajo los toldos de paja o en una sala intimista se puede disfrutar de platos tradicionales como la sopa de espinacas a la feta, los mantys, el plov o incluso algunas buenas especialidades como el kazan kebab (40 minutos de espera) o la baracha. Además del patio interior, el restaurante dispone de dos salas: una en la que los músicos actúan todas las noches y otra en la que se puede disfrutar de un ambiente más tranquilo. Junto al restaurante, una pequeña galería de arte vende productos artesanales: cerámica, suzani, miniaturas. Por último, un bar permite sentarse cómodamente para finalizar la velada (posibilidad de fumar el narguile).

Es un restaurante de alto nivel, un lugar excelente para degustar las sutilezas de la cocina nacional en un ambiente un tanto kitsch: todo en dorados, tal como anuncian los dos leones centelleantes que flanquean la entrada. Es, sobre todo, una oportunidad para cenar mientras se asiste a los espectáculos de danza y música tradicional que se programan casi todas las noches.

En un ambiente colorista con una decoración sorprendentemente pop y vistosa, podrá pedir los grandes clásicos italianos (ensalada César, lasaña o, por qué no, una costilla de ternera), así como sencillas pizzas. Algunos productos son importados y de excelente calidad, mientras que otras especialidades se elaboran con productos locales cuidadosamente seleccionados. En definitiva, lo pasará muy bien y comerá mejor sin arruinarse. Merece la pena destacar, aunque aumentará la cuenta, que en la carta figuran algunos buenos vinos italianos y franceses.

Reservado a una franja de la población más bien acomodada, este restaurante conserva, sin embargo, un ambiente acogedor, familiar y relajado. La decoración es asiática (mesas de madera, muchas plantas verdes), al igual que la carta, que pretende ser de fusión, pero se inclina decididamente hacia Extremo Oriente, con muchas recetas de carne y marisco especiadas. Se puede pedir sushi o un filete T-Bone con los ojos cerrados, pues el resultado en el plato siempre está a la altura de las expectativas. Ofrece música en directo los fines de semana por las noches.

El restaurante hace honor a su nombre: la comida o la cena se sirven bajo un soberbio iwán sostenido por columnas de madera, con hornacinas, tallas de estuco y techo de madera. Ha sido bellamente restaurado, y su amplitud proporciona un agradable frescor en los calurosos días de verano. Por lo demás, se puede disfrutar de una excelente cocina casera, con el plov como plato estrella, por supuesto, pero hay muchas otras joyas que descubrir. Guarde un hueco para los postres, que están bastante bien hechos y no los entierran en nata, como ocurre con demasiada frecuencia.

Los numerosos autocares de turistas alineados frente a este gran restaurante asustan y tranquilizan a la vez. Da un poco de miedo por el ajetreo, pero pronto nos damos cuenta de que si muchos grupos vienen aquí a comer es porque realmente merece la pena. Se puede disfrutar de una amplia gama de recetas uzbekas, rusas y europeas bien preparadas y generosamente servidas. El propietario, Azamat, es inflexible en cuanto a la calidad y frescura de sus productos, y el resultado es tan bonito a la vista como bueno para comer. Además, ofrece música en directo algunas noches, y tiene sala para no fumadores.

Instalado en una antigua casa del barrio judío, es un deleite sentarse en el patio, bajo el iwán sostenido por sus venerables columnas de madera, o dejar vagar la mirada por las decoraciones de estuco de las paredes y hornacinas de este restaurante. Y es un placer la interrupción de los camareros, con las mano cargadas de platos, cada cual más apetitoso: las especialidades de Bujará se sirven aquí a la perfección. Reserve con antelación, ya que el patio se llena rápidamente.

La entrada al restaurante es acogedora, con accesorios luminosos y mármol, y el comedor es igual, un poco concurrido, pero confortable. Acomódese en los profundos sofás o en las sillas de su elección y déjese inspirar por la carta de especialidades locales. Sirve muy buenos mantys con diferentes rellenos, kebabs picantes o ensaladas al estilo ruso con abundante relleno. Las especialidades guardan una buena relación calidad-precio, aunque algunos de los platos más elaborados pueden encarecer rápidamente la cuenta.

En 2019, Ikromov abrió este encantador restaurante encima de su negocio de cuchillería. Con sus grandes ventanales y su posición ligeramente elevada, ofrece preciosas vistas sobre las viejas piedras de Bujará. La ambientación es impecable, con mesas bien dispuestas y decoración tradicional, y un espacio que puede acoger a grupos, pero que se adapta mejor a los particulares. La comida es impecable: especialidades bukhari y uzbekas muy bien preparadas y servidas en raciones generosas. La cocina es rápida, sabrosa y barata. Un lugar excelente.

A doscientos metros al este del Lab-i Hauz, esta chaikhana de tres plantas sirve una cocina casera, sencilla y variada, que incluye las principales especialidades uzbekas como el plov, el shashlik, el manty y las ensaladas de verduras crudas, además de la especialidad de Bujará: elaboran el djiz (hecho por encargo) especialmente bien. En cuanto al ambiente, turistas y lugareños se mezclan en una atmósfera agradable. Es un poco ruidoso, pero si encuentra sitio en la terraza de la última planta, con hermosas vistas sobre la ciudad, es perfecto.

Los restaurantes japoneses llevan mucho tiempo de moda en Taskent, pero todos acaban desapareciendo demasiado rápido. Este recién llegado a la escena gastronómica de Taskent hará las delicias de los aficionados al sushi y otros mariscos, ya que sirven las mejores recetas gracias a sus cocineros, perfectamente formados en el arte de preparar pescado crudo. Las sopas son perfectas para los apetitos ligeros que buscan descansar de la grasa de cordero... La decoración es básica, acogedora y no demasiado recargada, con toques japoneses sin abandonar Uzbekistán.

Entre el Hotel Sabir Arkonchi y las murallas de Itchan Kala, una placeta rodea un estanque que es agradablemente fresco en verano. Allí se comen platos europeos o tradicionales (¡recomendamos los excelentes mantis! ). En primavera y en verano, los uzbekos vienen aquí a celebrar bodas o cumpleaños e invitan a los turistas a unirse a la celebración. Al final de la temporada, la sala interior ofrece un poco más de calor, pero desafortunadamente la decoración es inexistente. La música occidental que llega a Uzbekistán suena regularmente a todo volumen en la zona del estanque, pero proviene del restaurante que hay detrás del Bogcha Khaouz, y que atrae a una clientela más adicta a los dulces y el alcohol.

Carnívoros, este es vuestro sitio. Este restaurante turco ofrece platos a la parrilla que van desde simples chuletas de cordero hasta chuletones de buey poco hechos. Las costillas de ternera se seleccionan al gusto en la bodega refrigerada, donde se llevan a diferentes fases de maduración. Obviamente no es barato, pero los restaurantes que ofrecen buena carne siguen siendo raros en Uzbekistán. Las piezas están bien cocinadas y condimentadas como en Turquía, acompañadas de arroz y verduras. Para terminar: café turco, por supuesto.

Una decoración que pretende evocar a Italia, con sus frescos, sus fotos de mafiosos o de Roma... Tres salas en total, cada una con un tema diferente. ¡Elija el ambiente que más le guste! La mayoría de los productos son importados de Italia, donde se formó el chef, con la desafortunada excepción del vino, que proviene de la producción local. Como en todas las marcas del grupo Caravan, aquí encontrará la misma calidad de servicio y el mismo cuidado en la preparación de los platos. Muchas fórmulas de pasta, muchos antipasti y excelentes recetas de pescado.