LODGE DES TERRES BLANCHES * * * *
Lodge que ofrece bungalows con arquitectura tradicional de madera y techos de hojas de palmera, todos bien decorados.
Fleur y Eric, una pareja francesa que vive en Madagascar desde hace muchos años, han transformado las Terres Blanches en un verdadero paraíso, con una gran dosis de pasión y prestando mucha atención a los detalles. Se llega en avión, por una pequeña pista que tiene el complejo, o en barco desde Mahajanga (en una travesía de tres horas). El rojo de la laterita domina tanto la pista como el perímetro de los bungalós. Aunque también otro color protagoniza el contexto: el blanco que da la arcilla (de ahí el nombre de Terres Blanches, «tierras blancas»), de la que dicen tiene propiedades curativas. La playa, de arena blanca y fina, será un lugar ideal para los amantes del descanso. El agua es transparente y los corales y los pequeños peces de colores se podrían tocar. No es descabellado, incluso, que encuentre algunas tortugas marinas mientras nada. Los bungalós están bastante próximos, ligeramente elevados y separados por un jardín muy cuidado. El resultado: un fantástico juego cromático en el que intervienen el rojo de la laterita, el blanco de la arena, el verde de los arbustos y las palmeras... No es de extrañar que tres familias de sifacas hayan elegido vivir allí.
Ofrecen diez bungalós construidos de forma tradicional, con madera de palo de rosa y del árbol del mango, y con techos de hojas de palma. Todos han sido renovados recientemente y son muy cómodos: zona para dormir, ducha, aseo separado, salón y terraza con vista al mar. Un último bungaló, el bunga-love, está algo más alejado del resto y su terraza, situada en un tsingy, da a un pequeño arroyo. Una pequeña escalera conduce directamente a la playa, con lo que se consigue la sensación de estar solo en el mundo. La comida se puede servir tanto allí como en la playa. A Fleur y Eric no les falta imaginación para crear ambientes y las comidas en la playa son realmente mágicas. Hay que decir que, en lo que respecta a la cocina, el cocinero jefe es un gran profesional y que el hotel sirve menús, principalmente a base de pescado, realmente refinados. Un chef muy reputado ha formado al equipo, lo que marca la diferencia tanto en desayunos, comidas o tentempiés. Todo es muy casero, un gran disfrute. La carta de vinos y cócteles tampoco está nada mal (de estos últimos, un gran favorito es el LTB, una mezcla de citronela, jengibre, limón y miel).
En cuanto a las actividades, la playa se transforma en un fantástico terreno de juego (piragüismo, windsurf, paddlesurf, esquí acuático...), pero también es posible pasear por alguno de los varios caminos de los alrededores, uno de los cuales atraviesa una magnífica zona de tsingy para llegar a un bello manglar. Este camino se ha arreglado recientemente y se puede hacer sin problemas en familia. También han puesto en marcha un servicio de masajes con una especialista formada en HomeoPharma, lo que es una garantía de calidad. Para descubrir los alrededores, nada mejor que realizar las excursiones que propone el hotel con su propio barco y de la mano de Max, un guía experimentado que conoce la región al dedillo.
Mais ce qui a fait le séjour encore inoubliable, c'est l'accueil chaleureux d'Eric et Fleur et de toute l'équipe et surtout !!!!! une cuisine de luxe, du petit déjeuner au dîner en passant par le thé de 16 heures ! Vraiment !! Il faut le vivre !!
Tout était paisible, et doux !!